10 dic 2015

LA FE QUE AGRADA A DIOS


LA FE QUE AGRADA A DIOS ES CONFIANZA Y SEGURIDAD EN ÉL

 

Pues las Escrituras nos dicen: Abraham le creyó a Dios, y el SEÑOR lo consideró justo debido a su fe. Romanos 4:3.

 

Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Génesis 12:1-5 y Hebreos 11:8. 

 

Abimelec y Ficol comandantes del ejército de Abraham, le dijeron: Dios está contigo en todo lo que haces. Génesis 21:22; Abraham era viejo, entrado en años, y el SEÑOR había bendecido a Abraham en todo. Génesis 24:1.

 

Dios engrandeció a Abraham por su fe, dándole riquezas, ejército, siervos y muchas bendiciones que eran ratificadas por los mismos comandantes que lo conocían de cerca, todo esto alcanzó Abraham porque él creyó a Dios, caminaba con Él y se movía bajo la palabra del SEÑOR, esto porque Abraham conocía a Dios, creía, confiaba, se sentía seguro y por tanto obedecía a Dios y lo adoraba por donde iba, Abraham al ser hombre de fe, era un hombre de altares, un hombre de confianza firme y férrea en su Creador, por lo cual se ganó el nombre de amigo de Dios. Y se cumplió la escritura que dice: Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia., por lo cual fue llamado amigo de Dios. 2 Crónicas 20:7, Isaías 41:8 y Santiago 2:23. 

 

Para entender y saber cuál es la fe que agrada a Dios, es necesario conocer que la fe bíblica es exactamente lo que el Eterno dice en su palabra: fe para recibir por gracia la salvación, fe para mantener plena confianza en Dios, a pesar de las circunstancias y nuestra debilidad, fe para andar sin incertidumbres ni dudas, sino con la seguridad profunda y plena en el amor salvador, fidelidad y veracidad del Dios invisible que es real, verdadero, y está vivo no solo en nuestro corazón, sino que se hace visible en toda su creación, porque desde todo punto del universo Él se hace ver en su grandeza, con milagros y misericordias a nuestro favor y no nos destruye a pesar de nuestro pecado, sino que cada día nos da oportunidad de arrepentirnos para ser perdonados y libres de culpa andando en santidad. La fe es la seguridad de recibir de Dios lo que esperamos de Él, convencidos de su verdad en la certeza de lo que Él es, aunque no lo vemos. Hebreos 11:1.

 

Cuando somos gente de fe, oímos a Dios en su palabra, lo obedecemos de inmediato en sus instrucciones, mandatos, preceptos y principios para llevarlos por obra en una vida que resulta aceptable ante los ojos del SANTO; la fe genuina nos hace lanzarnos seguros y confiados en los brazos del Padre celestial con la certeza que Él nos sostendrá en cualquier situación y nos dirigirá a lo que es mejor y provechoso, aunque no conozcamos lo que está adelante, porque a medida que caminemos, lo haremos con Dios como Él lo hizo con Abraham. Un día el Eterno dijo a Abram: vete de tu tierra, de tus parientes y la casa de tu padre, a la tierra que YO te mostraré. Haré de ti una nación grande, te bendeciré y engrandeceré tu nombre, para que seas bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y maldeciré a los que te maldigan, y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Génesis 12:1-3.

 

La vida del creyente en Jesucristo es vida de peregrino en este mundo, por eso Dios nos dice c0ontinuamente como a Abraham: Lej lejah, sal de ti mismo, vete hacia aelante y deja atrás tu propia vida, pues aunque vayas por el desierto de este mundo, andarás de mi mano, permanecerás en mi diseño y serás transformado de manera personal siguiendo mis instrucciones; esto nos enseña que vivir por fe es negarnos a nosostros mismos y morir a lo viejo del yo como lo enseñó el SEÑOR Jesús en Mateo 16:24-27, y Pablo nel NT, Romanos 6:6-18. Abraham creyó a Dios y se fue de Ur de los caldeos, tal como el SEÑOR se lo había dicho...Abraham tenía 75 años cuando partió de Harán. Génesis 12:4.


Nuestra vida de fe como creyentes nacidos de nuevo, cristianos en Jesús e hijos de Diospor gracia, y que somos portadores de su Espíritu Santo, nos obliga a menguar es esta vida nómadas durante nuestro peregrinaje en esta tierra natural, para vivir en lo sobrenatural del Espíritu donde lo eterno no se ve, pero se experimenta de manera real, a causa de nuestra seguidad en Dios, ardiendo en la luz de su presencia, y como altares y templos vivos adoramos con nuestra existencia temporal en este mundo, honrando por donde vamos a nuestro Dios Creador y Salvador, aunque todo cambie en este mundo, pero nuestra fe obediente confía y permanece firme en Dios. Porque el justo, por su fe vivirá, pero si retrocede, no agradará a mi alma, dice Dios. Hebreos 10:38

 

Y si por la fe en Dios y su palabra, somos altares y templos de su Espíritu Santo, debemos ser adoradores en nuestra manera de vivir, lo cual ratifica la fe genuina que agrada al eterno Santo; esta fe nos permite tener vidas de sacrificio a Dios rompiendo con el mundo y todo aquello que nos aleja de su presencia y santidad, es por la fe que guardamos, conservamos y trabajamos nuestro propósito de vida, para proyectar una vida que lo alabe, lo adore y lo exalte, no pecamos tan fácilmente porque amamos a Dios, así podemos ser bendición para muchos mientras peregrinamos en el mundo de oscuridad y maldición a causa de la rebelión contra Dios, y porque sabemos que estamos en Cristo y muchos necesitan conocer a Cristo a través de nuestro testimonio que habla más fuerte que las palabras, esto es vida de fe que agrada a Dios. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste de hermosura, ¿no hará Él mucho más por ustedes, hombres de poca fe? Mateo 6:30.

 

La fe en Dios es vida a plenitud negándonos a nuestros propios caprichos para hacer la voluntad del Eterno, matando diariamente al ego del yo arrogante y soberbio, donde el orgullo es pecado grave que enraíza la rebelión y la confrontación que hace al ser humano enemigo de Dios, a causa de corazones egoístas obsesionados en sí mismos; de tal manera, que, la fe que agrada a Dios, es salir de nuestro ensimismamiento y el encierro mental de nuestros propios pensamientos y procesos emocionales errados, que se convierten en una burbuja que nos aprisiona en angustias, desesperación, dolor, frustración y resentimiento, oponiéndonos al cambio que Dios quiere hacer en cada uno de nosotros, lo cual viene a ser un peligro de estancamiento espiritual en toda nuestra existencia sin dar fruto para Dios, razón por la cual Jesús maldijo a la higuera que no daba fruto, tipificando a su pueblo, y ésta higuera llena de solo hojas, que representan las obras de la carne, se secó desde la raíz. Respondiendo Jesús les dijo: Les aseguro que, si tienen fe y no dudan, no solo harán lo de la higuera, sino que, si aún a este monte le dicen, quítate y échate en el mar, así sucederá. Mateo 21:21.

 

Así como Abraham oyó a Dios, lo obedeció y salió de su tierra, así hoy nos dice que salgamos de nuestro ensimismamiento para poder avanzar íntegra y plenamente fijando la mirada en Cristo Jesús, amando oírlo hablar al escudriñar la Escritura y llenándonos del fuego del amor y la justicia que emana del Espíritu de Verdad, para que por fe, entremos al reposo de Dios que es Cristo, sin afanarnos por nuestras propias obras y parecer mezquino; la razón de la fe que agrada a Dios radica en el amor a Dios, al prójimo y a nosotros mismos, creyendo y viendo al invisible para hacer el bien. Las Buenas Noticias nos demuestran la forma en que Dios nos acepta; y es por fe, de principio a fin. Como está escrito en el AT: el que es justo es por creerle a Dios. Romanos 1:17.

 

La fe que agrada a Dios está en cambiar nuestra propia perspectiva de vida para tomar el camino diseñado por Dios y su orden para nuestra vida, saliendo de nuestro pequeño entorno, para adentrarnos en el horizonte y a grandeza que Dios mismo representa, y que se nos revela en la creación con el poder y majestad de Dios, empezando por la perfección de nuestro propio que funciona como la obra maestra de Dios, y donde Él es más valioso que nuestra propia existencia; la fe hace que Dios sea suficiente, único y seguro para conducirnos en este mundo como Él nos o demanda en su palabra, si somos verdaderos hijos de Dios que se mueven por fe obediente, rindiendo culto al SEÑOR, con humildad reverente como solo Él lo merece, así nuestros problemas se harán pequeños, y diminutos ante la grandeza y poderío de Dios, que hace todo nuevo y mejor. La justicia de Dios es por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en Él…a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, al pasar por alto todos nuestros pecados…por la ley de la fe. Romanos 3:22-27.

 

El Espíritu Santo de Dios es nuestro aliento de vida en el poder de la fe que hace prosperar la palabra de Dios en todo para lo cual es enviada, pues Dios sabe lo que sucede en los confines del universo, y el Padre nos da seguridad en su palabra si estamos en Cristo Jesús, quien se ha hecho nuestro seguro de vida; Dios es el Rey que gobierna todo su universo y creación; esto no significa que estemos exentos de tropezar y caer, Abraham, el padre de fe, sufrió y esperó, pero su mente de fe permaneció en Dios obediente, para expandir el reino de Dios y su justicia; hoy nosotros lo hacemos con la luz de Cristo, porque somos descendencia de Abraham en Cristo Jesús. Abraham por fe alcanzó la gracia de Dios haciendo firme la promesa para toda su descendencia…vino a ser padre de todos nosotros. Como está escrito: te he puesto por padre de mucha gente delante de Dios, por haber creído en el que da vida a los muertos, y llama las cosas que no son como si fueran…Abraham no se debilitó en su fe al ver su cuerpo que estaba ya casi muerto, pues era de cien años, y Sara su mujer era estéril. Tampoco dudó por incredulidad, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios. Romanos 4:15-20.

 

Es por fe que Dios nos ordena rendirnos a Él y entregar todo en sus manos obedeciendo sus instrucciones, porque aunque Abraham había vivido entre paganos que sacrificaban a sus hijos a los dioses, no vió eso, sino que miró al invisible, tampoco se quejó contra Dios ante la petición de sacrificar a su único hijo; Abraham sabía que los páganos tenían la mente perturbada, pero Dios le pedía su hijo en sacrificio porque Abraham sabía que Dios da vida a los muertos y confiaba en que Él lo resucitaría y regresarían juntos; Abraham sabía que hay compromiso divino en la palabra de Dios para dar descendencia en Isaac, su único, Dios se lo había ratificado muchas veces; por eso Abraham camino en fe obediente yendo a cumplir el pedido de Dios; el padre de la fe conocía el carácter de Dios y sabía que Él no miente, y que Él es Dios cuerdo y sabio, por eso Abraham advirtió a sus criados que regresaría con su hijo después del sacrificio.  Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperen aquí con el asno, yo y el muchacho iremos hasta allí, adoraremos y volveremos con ustedes. Génesis 22:5.

 

La fe obediente que teme era la fe de Abraham, lo cual agradó a Dios, porque Él vio que Abraham estaba seguro en su palabra aunque pareciera contradicción la petición de sacrificar a Isaac; Abraham sabía que Dios no se contradice ni falla, allí está nuestra grandeza de fe para agradar a Dios; como Abraham, siempre esperemos que Dios se nos revele con algo extraordinario, pues Él es nuestro Proveedor, a causa de la fe; de tal manera que cuando Isaac preguntó a Abraham dónde estaba el cordero para el sacrificio, él respondió: Dios se proveerá de cordero para el sacrificio, hijo mío, y siguieron juntos adelante. Y cuando llegaron al lugar que Dios les había dicho, edificó Abraham allí un altar, compuso la leña y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Cuando Abraham tomó el cuchillo y lo extendió sobre su hijo para degollarlo, el Ángel de YHWH le dio voces desde el cielo y dijo: Abraham, Abraham, y él respondió, heme aquí. Y dijo: no extiendas tu mano sobre el muchacho ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no rehusaste tu hijo, tu único. Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí tras sus espaldas, un carnero trabado por los cuernos en un zarzal; y fue Abraham y lo tomó y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Génesis 22:9-13.

 

Las palabras de Abraham fueron las palabras del que confia plena y seguramente en su Dios sin titubear ni dudar al ver las circunstancias, aunque la situación y la orden eran extrañas, Abraham sencillamente procedió a ejecutar el mandato de Dios, así Abraham triunfó donde Adán falló y dudó de la bondad y la palabra de Dios; es por eso que Abraham merece ser llamado el Padre de la fe; y allí donde Abraham hizo el sacrificio, miles de años después, crucificaron en el monte Moriah o del Gólgota, a nuestro SEÑOR Jesucristo, nuestra propiciación, el mayor y más grande sacrificio eterno por nuestra salvación a causa de la obediencia al Padre y la fe en Él, así Cristo es nuestra fiel provisión de vida, y aprendemos que Dios no necesita de nuestros sacrificios, porque nuestro Salvador ya hizo todo el sacrificio por nosotros,  Y todo lo que no proviene de fe es pecado. Romanos 14:23. Por consiguiente, todos deben saber que los que son de la fe, estos son descendientes de Abraham, y por lo tanto hijos de Dios. Gálatas 3:7.

 

Dios, el único y verdadero SEÑOR y Salvador escoge y bendice a todos aquellos que, desde el punto de vista humano, son débiles, despreciables, gastados y de poca importancia, que por fe le crean, para que los que se creen con mucha importancia, se den cuenta, que, en realidad, no lo son. Así Dios ha demostrado que los soberbios, arrogantes, incrédulos e independientes de Él, no tienen vida ni bendiciones verdadera en sí mismos si viven sin Cristo sirviendo al mundo. Porque, en realidad, sin fe es imposible agradar a Dios; ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que Él existe y que es Dios quien recompensa a quienes lo buscan porque le creen. Hebreos 11:6.

 

Ante Dios, nadie tiene de qué sentirse orgulloso ni autosuficiente. Dios ha unido a su pueblo en Cristo Jesús, porque Él es la fuente de nuestra fe y sabiduría en Dios para vivir en su gracia que nos bendice. Es en Cristo que somos justificados, sanados y libres de pecado para vivir en la libertad de los hijos de Dios conforme a la fe del Hijo de Dios el cual nos amó en la cruz, porque en Él vivimos y nos movemos confiando en su palabra y su amor; la fe es invisible como invisible es Dios, pero ambos deben ser nuestra realidad diaria, y en nuestro diario vivir, creyendo en Dios fortaleciendo con fe nuestro corazón, pues si somos de fe, no vivimos por lo que vemos con los ojos naturales, sino por la vida espiritual en Cristo. Vivimos por fe no por vista, 2 Corintios 5:7. 

 

No es nuestra habilidad humana, no son nuestras súper ideas, no son nuestros planes, no son nuestros estudios y carreras profesionales, no es la práctica de una ciencia ni una religión, es la gracia, el favor y respaldo de Dios que sostiene a los que creen, y Él bendice a aquellos que en verdad le son fieles y permanecen firmes en fe obediente a sus instrucciones y mandamientos, ellos son los que alcanzan grandes bendiciones, cuidados y promesas del cielo, Así que si alguien quiere jactarse o enorgullecerse de algo, que se gloríe y se alabe en el SEÑOR Jesucristo. 1 Corintios 1:27-31. Nosotros por el Espiritu, guardamos por fe la esperanza de la justicia, porque en Cristo Jesús...la fe obra por el amor. Gálatas 5:5-6.

 

Dichosos doblemente y felices son los pobres de espíritu, los que reconocen que necesitan a Dios, a cada paso que dan por la vida, pues de ellos es el reino de los cielos. Mateo 5:3; los pobres de espíritu saben mantenerse en la presencia de Dios para llevar vidas poderosas en las manos de Aquel que sustenta el universo con su poder, soberanía y amor, los que saber agradar el corazón del Santo y dignifican su nombre, agradecidos de que nos limpió con su sangre y nos hizo suyos, sellándonos con su Espíritu, para que caminemos a la manera de Dios, Esta es la palabra de fe que predicamos: que, si confesamos con la boca que Jesús es el SEÑOR, y creemos en nuestro corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, seremos salvos. Romanos 10:8-9.

 

La mejor decisión en la existencia humana, es adorar al Padre viviendo por fe y en fe obediente, enamorados y apasionados del Hijo, llenos del Espíritu Santo, y sumergidos en la profundidad de la palabra de Dios, para que verdaderamente seamos personas de fe, esta es la única manera de alcanzar grandes victorias, recibir respuesta a la oración, vencer el pecado, y el mundo y derribar tantos obstáculos, dificultades y dolor que el mundo nos da. Que peleemos la buena batalla, que terminemos la carrera que mantiene nuestra fe. Por lo demás, nos espera la corona de justicia que el SEÑOR; el juez justo, nos otorgará en aquel día; y no solo a mí, también a todos los que con amor hayan esperado su venida. 2 Timoteo 4:7-8.

Lic. MEHC, hija del Dios vivo, real y verdadero y servidora de su reino.